Una tal Julia y el Conejo



Una tal Julia y el Conejo    
Por: Alejandra Lemus

Capítulo 1


“He aquí el comienzo de esta historia, siendo esto lo último que he escrito he decidido que sea el final.  Sólo quédate a mi lado dijo la chica  sin titubear, con la confianza que jamás tuvo, sin el temblor en las manos que la caracterizó por años, sin cabellos largos y dorados sino cortos y  finos como el ébano más puro. Eres julia lo más hermoso que estas manos hayan podido escribir y dar vida”


***

Diario de Julia, Mayo 2:51 am

El conejo sigue saltando hacia mí dejando pizcas y gotas de sangre mientras avanza. Me pregunto si se habrá aburrido de jugar tenis invisible con los fantasmas de la casa,  me pregunto ¿cuándo terminará de sangrar el conejo? me pregunto si querrá volver a como era antes? pero ya es una maldición…verle sonreír sería una utopía y  aún más volverlo a ver.

Se dispuso a escribir en el diario que recién había encontrado, no era suyo pero comenzaría a serlo, ya que en aquel lugar no había otra superficie donde pudiese escribir con gotas de sangre y una pluma de avestruz. En el suelo donde había despertado, en el lugar que no conocía,  todo se veía muy oscuro. Julia creyó inmediatamente que tal vez en un futuro lejano al que ella conocía,  el sol se había apagado para siempre. Una voz encontró a Julia, la vio ahí si espabilar, muerta de miedo y estupor así que se apoderó del silencio de la habitación e interrogó a Julia:


- Julia, dijo la voz,  ¿Dónde has estado?

- Aún no lo sé, ¿cómo saberlo?, respondió ella.  Mis ojos no se  habían abierto y mi mente yacía bajo cemento, ¿Cómo iría a algún lugar?

- Si lo dices así todo suena mal, contestó la voz,  sólo dime que volverás para no marcharte más, me quedaré, aquí sólo para ver el movimiento de tu cabello con el viento frío, sólo para verte tocar esa melodía  y  para escuchar tu amable voz.

En realidad Julia no se preguntó de quién era la voz que le habló, ni siquiera dudó que aquella voz pertenecía a su amado David,  es el primer diálogo de una mujer perdida en medio de la nada, para ser su primera vez no lo hizo mal. Oh,  Julia qué buena introducción,  qué prosa. ¿Quién eres y a dónde vas? Te lo preguntas sin cesar y el hecho es que  aún para mi vida, desconozco esa esa respuesta, ni creo saberlo en diez o  veinte años, yo que he creado el  viaje que emprenderás. 

Una Julia llena de emprendimiento despertó esta mañana, me he levantado con ganas de existir, pensó.  Es por eso decidí  abrir los ojos y vivir. No es difícil en absoluto, es cuestión de voluntad. Sabía que me esperarías y he llegado.  Esa mañana el encuentro corporal con su amado  le llenó el alma sin dejar espacio para más nada, eras feliz Julia y nada podía arruinarlo. Excepto lo verdaderamente existente.


-Julia, qué provocativa eres, emanas aires mediterráneos, quiero probar tu aliento vaporoso, he estado esperándote por  siglos acá en mi asiento, eso ya lo sabías de antemano. Ven acércate y te abrazo,  dijo David aproximándose a aquella mujer sublime.

- Sí, eso lo sabía o ¿por qué crees que vine? Contestó Julia

- Bienvenida,  Julia, replicó él y continuó diciendo, mi Julia que causa  maremotos y desastres con su belleza, tan bella como un amanecer en Egipto y   desastrosa como un volcán en Osaka.

***


Debí sonrojarme con todo lo que me dijo  y de hecho lo hice. Debo ser alguien, por ahora sólo tú sabes que existo, quisiera darme a conocer y obtener una vida monótona y aburrida como la que se suele tener en una sociedad como ésta o debería decir zoociedad?

Me siento más a gusto pensando que todos somos animales inferiores, porque ahora mismo  eso soy,  no conozco este mundo, yo lo olvidé y he estado tan lejos que me cuesta trabajo recordar. Un pájaro con ansiedad de volar  eso soy, pero al mismo tiempo me convierto en dicotomía: grande  y a la vez  pequeña, indefensa, insegura e ingenua. “Puedo enseñarte a volar pero no a seguirte el vuelo”, alguien me dijo eso en una de las tantas vidas que viví. Pienso en ti, en lo bien que me haces sentir, en lo poco que te recuerdo y en que no sé cómo te olvide.

Crucé la calle y esta vez no me equivoqué, todo parecía una película que ya había visto, los recuerdos fluían, algunos borrosos pero otros muy claros. Yo me siento protegida, siento que hay alguien que me cuida. Te recuerdo Dios, estabas ahí el día en que me ahogué en sufrimiento porque no podía llorar, dejarlo salir hubiese sido más fácil. Recuerdo un conejo blanco que me dice:

Tus lágrimas serán un mar pero no te preocupes que me gusta navegar y hallaré la forma de llegar a ti. La primera lágrima no ha caído desde que desperté, sólo tengo curiosidad, quiero saber lo que una mujer a mi edad sabría. Estoy de afán aunque en verdad no tengo prisa. Quiero explorar, conocerte a ti de nuevo. Hay algo borroso en mis recuerdos, siento que me equivoqué en algo y que olvidarlo fue lo mejor que me pudo pasar, espero descubrir qué pasó y no cometer el mismo error dos veces.

Ensimismada y divagando entre pensamientos y recuerdos borrosos mi protagonista emprende un camino por el cual no hay retorno sino sólo una verdad detrás de realidades infinitas y despertares sin abrigo.
 



Capítulo 2

Diario de Julia, Mayo de 2009 2:07 am.

Hubiese sido mejor llorar, aunque no sólo quedara hecha pedazos sino que no quedara nada más de mí. ¿Qué puedo decirte que no te sorprenda?,  lo extraño y me duele su traición al fin y al cabo soy humana, para mi desgracia porque este dolor es tan puro y simple.  No sé qué es lo que pasa, no puedo entenderlo

Esta mañana el mundo parecía saludarme, sonreírme e incluso besarme en la mejilla. Hoy me he levantado con pocos ánimos y con un sabor amargo en el paladar del corazón. Ya había sentido esto antes aunque parece un nuevo descubrimiento para mí. Pronto comenzaré a verlo y a oírlo, tengo ese presentimiento, sé que algo vendrá, siento que ésta no es una sorpresa, ya todo esto estaba escrito, no podría asustarme o tener miedo, dicen que él está del lado de los buenos.

Me siento cansada y sin ánimos de nada, voy a llamar a David, él me ayudará con todo esto que me ha pasado.

-¿David?, es Julia quisiera hablarte, tienes un minuto?, dije

- Claro, dime de ¿qué quieres hablar? , respondió David.

David nunca creí en las casualidades o el destino como tal. Hasta  lo que me sucedió ayer. Esta mañana desperté asimilando todo lo que pasó, puedo cerrar  los ojos y pensar que nada sucedió, pero me alegra haberlo visto, ahora jamás podrá engañarme, su máscara cayó justo en mis pies aquél instante en que nuestras miradas se cruzaron y su rostro mostró una palidez sucia y fría.  Yo había confirmado todo. Me pregunté ¿Qué puede decirme que yo ya no sepa?, él no se inmuto en mentir, o explicar sólo lleno de simplicidad replicó el nombre de la persona con quién estaba y la relación que tenían. Si mi cuerpo fuese más literal, mis piernas habrían caído en medio de ese anden y mis lágrimas se hubiesen vuelto como una cascada liberándose de una represa.

Pero aún estando en modo shock, pude hablarle y marcharme sin ningún espectáculo telenovelístico de carácter deprimente y patético. Había perdido muchos sentimientos ahí, no podía perder tras de todo lo poco de dignidad que me había quedado. Sentía que llevaba un letrero de “estúpida” en mi espalda, y que era como un Umeboshi*  por eso nunca lo noté. Aparte de pensar en analogías de bolas de arroz, intenté por primera vez en mi vida llorar, lo deseé tanto,  pensé en desahogarme y hallar un método para sentirme mejor entre tanta escoria humana. ¡No!, yo quería llorar porque simplemente no podía hacer otra cosa. Mi mente se encargaba de pasar un flashback , como una película de lo que sucedió a cada segundo. Recordaba su rostro, sus expresiones y lo que me dijo.  Aún lo recuerdo y sigo pensando en lo increíble y coincidencial que fue lo qué paso aquella tarde.

David luego de analizar todo lo que le conté, entendió perfectamente y me preguntó solo una cosa:

 -¿Estarás bien?

 Le dije que sí, porque eso es de las pocas cosas que puedo afirmar en este momento con seguridad. Ya no volveré a su lado, y él es una persona falsa por ende no podría estar mejor. A David le agradezco haberme escuchado, los monólogos son tan aburridos y no tengo una segunda opinión. Más triste que una traición es que en un momento desolado y quebrantado yo no tenga un par de brazos que me abracen y me digan que, aunque no parezca,   todo va a estar bien.

Las heridas no están siempre abiertas con el tiempo desaparecen. Así  tú eras una herida en mí, ahora desapareciste sin dejar ninguna cicatriz, yo he sanado completamente; haberlo evitado pudo ahorrar todo este derroche sentimental. Sin embargo,  el conejo no me avisó, él quería que eso sucediera así nadie podía negarlo jamás porque él ya lo sabía. Mi gran interrogante es: ¿De qué conejo hablo?

 
Capítulo 3

 Diario de Julia, Junio de 2009 , 12: 30 pm

Quiero que me engañes, que me mientas, que no digas la verdad, que te esfuerces en hacerlo parecer y que yo te engañe a ti  y me esfuerce en que parezca que te creo. Así, de esa forma,  tú luchas por engañarme y  yo lucho por parecer engañada. Te hace feliz que yo te crea y me hace feliz que te preocupes por mi felicidad. Una felicidad en forma de burbuja de jabón, se eleva  y luego ya no la puedes ver… Y si la tocas explota.

Ahora mismo estoy en Inglaterra, no sé cómo llegue hasta aquí, solo sé que cada hecho que ha sucedido desde el día que desperté me ha marcado. No imaginé nunca que alguien me traicionaría de esa forma y que David seguiría ahí junto a mí para tenderme la mano. Necesito creer de nuevo en las personas así como creo en el conejo que me observa constantemente, yo no sé su nombre, no he intentado hablarle, por el contrario creo que me da algo de vergüenza  y parece ser que sólo yo puedo verlo, está envuelto en sangre y no puedo escucharlo respirar,  no obstante  en las noches me abraza aunque me tiña las ropas de rojo.

***

Julia despertó una tarde de Julio. Estaba atrapada en sueños y cobijas sudorosas, aún, en medio de tanto frio gris Julia brillaba como estrella nueva, como nunca y como pronto brillará. ¿Un nuevo despertar?, se preguntó.  Un poco más acostumbrada y un poco extrañada. ¿Cuando comencé a dormir? estoy aburrida de empezar de nuevo, ya nacer es doloroso y perderte otra vez es morir sin cerrar los ojos.

David sintió dentro de sí que julia había despertado, entonces fue a verla y sólo con un abrazo sintió tenerla ahí para siempre en un segundo eterno, efímero y contradictorio. De repente y de la nada,  pequeñas huellas de sangre atravesaron aquél lugar; la mirada de Julia no titubeó pero David se asustó muchísimo e intentó creer que la sangre caía del techo y que algún animal acababa de morir ahí. El cuarto se oscureció al mismo tiempo que la voz y presencia de David se desvanecieron. Así pues que, como un reflector en escenario musical, los cabellos de Julia, largos y ondulados fueron iluminados por un rayo de luz penetrante y cegador. Julia sostuvo su rostro con ambas manos protegiéndolo de aquella luz en la oscuridad. Sus pies delicados y pequeños se volvieron húmedos y rojizos. Ella no levantó su mirada,  ya que esperaba ansiosa verle de nuevo.

- ¿Es posible que me extrañaras?,  dijo Julia,
- ¿Es posible que algo como yo sienta siquiera querida Julia?, contestó el conejo.
- Lo sé, sólo pareció, asintió una Julia completamente sonrojada.



El conejo ensangrentado procuraba creer que sus actos carecían de emociones, pero la realidad era otra. Cada vez que el recuerdo de Julia le perseguía, una tripita de corazón nacía en él.

-Es momento de viajar, dijo el conejo, ¿vendrás? preguntó expectante.

-La primavera llegó para traerme y en otoño partiré,  mientras, cultivaré la flor del melocotonero y si vuelvo a despertar dime a qué saben mis duraznos, porque este viaje tiene un comienzo y un final, lo sabes y lo sé,  respondió Julia

Mientras su llanto limpiaba la sangre en sus pies

-A dónde quieres ir?  Preguntó el conejo blanco, peludo, sangriento y sin rostro.
-A buscarte una nariz, quiero que me huelas y reconozcas mi olor, dijo ella.

El conejo observó a Julia  con los agujeros que llevaba por ojos, pensando en si debía o no decirle que ella carecía de olor y que al mismo tiempo olía a sueños, respiros y a tomates rojos. Julia sumergida en sí misma  y pensativa se decía para sus adentros:
He vuelto a ver al conejo y pronto partiremos de nuevo, yo creo en que éste es algún modo de felicidad más que dormir y ésta enfermedad. David ha vuelto a desaparecer, quiero besarle.

Capítulo 4

Las paredes de la casa de Julia alguna vez fueron totalmente blancas, sus padres, cuyo paradero es desconocido, habían amoblado y cuidado de aquél lugar más de lo que cuidaron a su “amada” Julia. Hace algún día de abril nació Julia, al parecer en vez de una cigüeña fue traída por un conejo. Los padres de Julia eran alemanes que huyeron de la segunda guerra mundial en el año  1943 y se radicaron en Estados Unidos, cerca al estado de California. Esta pareja de inmigrantes, recién comenzaban un matrimonio arreglado y catastrófico. La mujer, madre de Julia se hacía llamar Heidi Schwartz . Hija menor de una familia muy adinerada, su destino fue decidido cuando cumplió 14 años. Ella habría de casarse con un hombre cruel y misterioso, que se hacía llamar Herr Hansen. Años más tarde nacería Julia, mi querida Julia, quién fue el resultado de un embarazo tormentoso, descuidado, prematuro y no deseado.  Sus pulmones eran débiles y le costaba trabajo respirar con normalidad, así duró hasta los cinco años cuando por fin dejó la silla de ruedas y emprendió un camino sin final.

Como creció en Estados Unidos, Julia poco aprendió alemán como sus padres, cosa que éstos usaron tiempo después para hablar en códigos secretos delante de Julia, como no podía entender ella simplemente asumía que siempre que hablaban en alemán estaban discutiendo por algún motivo particular. La casa donde vivían eran amplia y esto le permitió durante su infancia escabullirse y esconderse por cuanto recoveco encontrara en aquél lugar. Se podría decir que era feliz, al menos lo fue pero su salud era deplorable y con los años comenzaba a empeorar. La relación entre Heidi y el señor Hansen o “Papa” como le decía Julia se diluía como pintura chorreando por una pared. Todo lo que ella conocía era simplemente una farsa que le habían pintado por todas partes en esa casa, una realidad la cual desconocía. Ellos nunca pudieron amarse ni mucho menos iban a amar al fruto de su relación arreglada,  la madre de Julia era increíblemente infeliz, no sólo no amaba a su esposo y a su hija, sino que también su corazón albergaba un profundo resquemor en su contra, un montón de sueños que nunca cumplió en su vida.  Heidi estaba llena de frustraciones, y por lo tanto, no podía ni sería nada más que un ser condenado al fracaso y a una vida miserable. Se levantaba todas las mañanas a atender a su familia, pero todo lo hacía llena de una melancolía indescriptible que la impregnaban con una fallada gris y sombría. Por su parte el padre de Julia, llevaba una doble vida, tenía a varias mujeres a las cuales visitaba con frecuencia, unas noches no dormía en la casa y mantenía ocupado hablando por teléfono.  El trato con Heidi era apenas imperceptible. Sólo le decía cuánto dinero le dejaba para los gastos de la casa, cuánto necesitaba ella o si había alguna novedad en cuanto a la salud de Julia. Todo en esa casa era una monotonía espantosa. Pero Julia vivía sin enterarse de nada, procuraba atesorar los momentos que tuviera en los que no fueran necesarios médicos, hospitales, medicamentos y prescripciones, de resto era como ver una película en alemán sin subtítulos: Incomprensible. 

Capítulo 5

Mientras tanto, en el cuarto del hospital de la ciudad de Nueva York,  sollozaba David abrazando el cuerpo inmóvil de su amada y hablándole desconsoladamente. En medio del llanto y en medio de aquel blanco lugar un hombre de edad promedio 28 años recostaba su cabeza en el mueble de una habitación de hospital, aquél hombre había estado muchos años ya, observándola dormir y   duraba cada tarde al regresar del trabajo, al lado suyo, sobando sus manos y acompañando su cuerpo inerte.
-Pero julia, puedo verte dormir ahora en la cama de un hospital y aun no sé ¿dónde estás? Decía David una y otra vez sin obtener respuesta alguna.

David es  el hombre perfecto para cualquier mujer, muchas se han fijado en él en repetidas ocasiones pero él  solo tienes los ojos tatuados con el nombre de aquella que no ha despertado en años. Su fe ha sido tan devota y siempre has estado ahí para ella.  ¿Quién se iba a imaginar que a los 18 años conocerías a esa chica rubia de ascendencia alemana que cambiaría tu vida para siempre? Así fue que se conocieron.

Una mañana David salió  temprano, un día de esos en los que debes quedarte durmiendo, durmiendo pero como buen hijo de su madre fue a comprar el desayuno. Caminaba por la ciudad fría observando a los pajaritos y escuchando los sonidos mañaneros. No se quejó por tener que ir, por el contrario estaba feliz.  Así fue, David, que miró hacia el suelo por el que caminaba y  se detuvo por un instante a observar a una hoja de papel, se agachó y procedió  a cogerla pero la hoja fue arrastrada por el viento hacia la carretera, persiguió la hoja hasta que no pudo alcanzarla más, la imagen de la hoja alejándose quedó grabada para siempre en su memoria y aún lo recuerda. Ese día cambió de dirección por un momento,  y  sus pensamientos se dispersaron revolviendo un sentimiento vacío con las onzas de queso, el pan y los huevos que iba a comprar. Al alzar su mirada y casi por equivocación te encontraste con los cabellos rubios de Julia que estaba ahí en esa calle solitaria, en una banca de ancianos. Los arboles del vecindario encerraban los techos de toda la cuadra y lo volvían  un largo camino, que parecía compacto e impenetrable.  Los pájaros aquella mañana, revoloteaban en las ramas del camino de árboles. David, provenía de una familia adinerada y unida, sin embargo,  solía comprar el desayuno los domingos en vez de mandar a alguna de sus empleadas del servicio o algo por el estilo que cualquier niño ricachón y malcriado haría, él en cambio, se ofrecía voluntariamente a ir.  Él no era un chico común y corriente, era especial.

***
-Salta hacia mí y nos vamos de aquí, dijo Julia.
-Llámame por mi nombre, respondió el conejillo de pascuas.
- ¿Cuál es tu nombre, preguntó Julia?
- Puedes decirme Cero.

Julia quedó perpleja ya que por vez primera escuchó el nombre del conejo, así que confundida y engañada lo repitió con esa voz suave que  no logro escuchar. De esa forma ambos desaparecieron y partieron.  


Capítulo 6

Hoy no pienso amargarme por pequeñeces. ¿Dónde andará Julia? Seguramente he estado pensando en todos menos en tu destino Julia querida. Ese conejo jugador de tenis invisible que te rescató haciendo el efecto inverso y con quien recorres el mundo de lo escrito, he dejado de verlo, ¿puedes recordar que siempre que puedas verlo está ahí para ti?  Así mismo dejé de ver a tu compañero. Por eso no he continuado con tu destino, porque él tiene que estar contigo. Sino no fueses Julia H.

***
-Es mi cumpleaños,  dijo Julia con voz vigorosa.
- ¿Vendrás esta noche?, preguntó expectante a David y prosiguió a decir, eres tan hermosa Julia pero necesito que tus  ojos me miren.

Entonces Julia comenzó a llorar,  y  decía para sí misma, ¿Por qué siento que no me escuchas David? ¿Por qué siento que escucho otras respuestas y nada tiene sentido?

-¡Detente de una vez! Gritó el conejo enfurecido, ¿lo olvidaste? Esto es lo que querías, esto es lo que pediste. Desesperada mientras tu cuerpo se consumía te encontré y me pediste que te llevara de viaje sin retorno, a un lugar donde siempre podrías vivir. ¡Bueno! Esta es tu realidad, y no puedes ver a David porque David vive en el mundo en que la gente muere. Sigue aún tras años esperando que despiertes Julia, pero tú y yo sabemos que no lo harás.

-Cállate!!!!!!!!!!!, tú eres el culpable de mis desgracias y este mundo que has creado para mí apesta a rayos.

-  Te equivocas Julia, yo te di la oportunidad de crearlo y tanto más apeste este lugar así de podrido está tu corazón. Quizás por eso dejaste de luchar y te entregaste al sueño profundo en el que estás, por cobarde, respondió Cero.

Julia y el conejo discutieron un buen rato más, entonces Julia pidió la oportunidad para volver al mundo real y  siendo totalmente negada, ese día Julia dejó caer su cuerpo por un precipicio.

- Pero recuerda querida Julia que esa no es una manera posible en este lugar, advirtió el conejo y fue a  recogerla tirada en la verde y fría grama, Julia lo miró fijamente envuelta en un manto de sangre espesa y negra y  dijo

-No puedo ni morirme ¿cierto? Entonces ¿por qué puedo sentir dolor?

-Tal como lo has dicho, jamás escaparás de este lugar, así que procura que te guste, respondió el conejo. 

-Está bien, dame felicidad, contestó ella.
-Puedo hacer y deshacer en este lugar pero nunca podrás irte, ¿te parece eso una felicidad? Aseguró el conejo.

-Parece una mala vida eterna dijo ella, pero ahora es todo lo que me queda.

El conejo alzó la pata izquierda y pronunció  una frase irrepetible que Julia no entendió, para luego presentar a su nuevo invitado. Dijo entonces:

-Quiero que lo conozcas, resulta que también deseó estar en este lugar y ahora te acompañará. Julia lo miró y  él,  la miró a ella.

-Te conozco de algún lugar? Preguntó él

-No, contestó Julia, jamás te he visto,  sólo siento como si lo hubiese hecho alguna vez en alguna parte.

-Estoy en la camilla de al lado en el hospital en la misma habitación que tú, el día del accidente estabas ahí también. Contestó el chico.

-Puedo estrechar tu mano? Preguntó Julia, entonces la estrechó y haló el cuerpo del muchacho para que estuviese más cerca de ella. Los labios de Julia encontraron los del chico

-no sé quién eres, no sé por qué te beso, estoy cansada de preguntarlo todo así que sólo dejaré que mi cuerpo decida por mí, le dijo.

- Está bien, me llamo Ian y en  caso de que quieras que me aleje de ti, sólo pídemelo y desapareceré. Recuerda que también eres lo único que tengo, si eso te sirve de consuelo, respondió Ian.

Julia se detuvo a observarlo y dijo: -  Eres como la mermelada.
A lo que él respondió - Entonces sé mi ruiseñor, Julia.



Capítulo 7

Bueno ¿qué puedo decir yo?, esta historia de amor recién empieza, aunque secretamente deseo que despiertes Julia y estés con quien debes estar, que derrotes al conejo, que sólo trajo a Ian para convencerte de quedarte. Ian es una marioneta y tú eres lo único que le queda a ese viejo y arrugado conejo. Compréndelo, pero ahora sólo tengo que seguir escribiendo tu destino. Anda Ian, convénceme de que no te están controlando. Y tú, Julia,  escápate y corre libre, sé libre de despertar.

“Han pasado 5 años y David sigue al pie de tu cama, él no se rinde así que no lo hagas tú. Mis letras no te llegan pero mi voluntad mueve tus pies, por eso necesito tu respuesta. Atentamente,  Evangeline”

Mientras tanto en la realidad alterada del mundo de los sueños donde ahora están juntos Julia e Ian, llega un mensaje a la computadora de Julia, pero ella no está ahí para recibirlo, así que Ian lo toma en vez de ella.

“Sra. Julia H. le ha llegado una carta, ¿desea usted leerla?, presione la tecla 1 para SÍ, presione la tecla 2 para leer después, presione la tecla 3 para borrar correspondencia.”

-Marcaré la tres y salgo de esto, es lo que el conejo me pidió que hiciera, pensó Ian. Un segundo antes de marcar el tres apareció Julia y llena de entusiasmo y observó la pantalla.
-¿Recibí un mensaje?, preguntó expectante.

 Nunca había recibido un mensaje y estaba estupefacta, procedió a  abrirla  y  pudo haber llorado de felicidad aún sin conocer el remitente. Tomó la computadora y se la llevó hasta su cuarto, se sentó sobre la cama eternamente destendida donde había pasado una noche apasionada con aquél aparecido y leyó todo  firmado por alguien que se hacía llamar Evangeline.

 -Suena a que me conoce y sabe sobre todo esto, suena a que conoce a David y a Ian, el nuevo aparecido que calienta mis noches frías. Pero ¿quién es Evangeline? Iré  a ver a Ian tengo un par de cosas que preguntarle, pensó.


***

Estaba el conejo en la cocina sirviendo el té, oh querida Julia, dijo, mientras la vio aproximarse.

- ¿Dónde está Ian? pregunta ella,
- ¿Necesitas tanto a tu nuevo concubino? Contestó el conejo.

 La ira de Julia fluía por sus venas, pero se contiene de responderle al conejo, sabe que aún no es el momento apropiado para el ultimátum antecesor a la batalla. Así que responde frívolamente  

-Sí, lo necesito a montones… Él es todo lo que tengo y moriría si no está.

El conejo sonrió para sus adentros creyendo haber manipulado totalmente a Julia y sintiendo cada vez más cómo se apoderaba de ella.  Exaltó su genial audacia y supo que Ian era una buena movida en su juego de ajedrez, juego donde Julia, la reina, estaba a punto de perder la corona.  Julia entendió lo convencido que el conejo estaba, sonrió y se marchó.

***
Me agrada que hayas leído mi carta Julia, este no es el final y yo estoy para ti. Firmó Evangeline, quien sabe muy bien lo que ha pasado siendo mi fiel observadora.  Ahora sí, todo recae sobre mí. No escaparas mi creación irregular.



Capítulo 8
 Diario de Julia, 25 de noviembre

“Los días han pasado como fugases minutos del tiempo, nada volverá a ser  como antes,  tengo enredos por todos lados y si analizo bien la situación, yo estoy moribunda en algún lado, arrastrando conmigo a la única persona que amé y ahora no tengo salida sino engaños. El conejo, ¿qué es lo que quiere de mí? Éstas no son más que preguntas, y nadie las responderá.  Me pierdo en estas realidades, esta casa con paredes gruesas y techos altos que aíslan cualquier ruido de la calle, sus paredes blancas son incapaces de reflejar mi sombra, tal vez carezco de una. Si puedo decidir algo, es que quiero morir y ya, dejar que el cielo arrastre mi cuerpo pesado y sucio; entonces podré dejar de soñar.  Mientras saldré a pasear con mi novio comprado, con los sentimientos que me invento  y procuraré extasiarme en felicidad barata”


Cerré el diario y entré a bañarme, el baño es de color azul, los baldosines se resquebrajan, el techo alto en madera atiborrada de humedad y telarañas  parece caerse encima de mí. Sumerjo mi cuerpo en la tina enjabonada que se encuentra en medio de aquel gigantesco cuarto de baño.

Dejando mi nariz por fuera para evitar algún accidente indeseado, respiro profundo.
Tocan mi puerta, es él, quien calentó mis entrañas tocaba  y esperaba que lo dejase pasar. Así que dije sigue,  en voz alta y él se deslizó por  el poco espacio que abrió para entrar.

-¿Qué haces?, preguntó
¡Qué pregunta más obvia! pensé
-¿Está bien si entro? Preguntó nuevamente
-Es como tarde para decir eso siendo que ya estás adentro. Quítate la ropa y ven aquí a un ladito mío, dije

Su presencia no logró perturbarme, él no se movió. Entonces recordé la primera vez que David y yo tuvimos un encuentro furtivo. Aquél hombre que compartía mi intimidad en  la tina, me preguntó ¿en qué piensas? A lo que respondí ¿quieres escuchar una historia de amor? Y comencé a narrar…

Fue un  16 de diciembre del 2009 a las 4:28 pm de un miércoles, ella llegó a tiempo para verle. Mientras caminaba las piernas le temblaban y por poco golpea su rostro con el pavimento al tropezar con una piedra. El sudor bañaba sus cabellos largos y recién arreglados, respiraba profundo al compás de sus pasos. Él estaba ahí esperándola. Sus miradas se encontraron, aún cuando predijo que no lo lograría, mantuvo su firme y decidida mirada en aquellos ojos cafés que la observaban.

El cuerpo del chico la abrazó en el instante dejándola muda aunque eso fuese lo ideal porque no había nada que decir ya que todo estaba escrito. Entonces él tomó su mano y ni siquiera notó si temblaba o no sólo la llevó dentro de la casa. Ella miró esos pisos de granito que había recordado ver antes  así que sonrió y pensó: ¿deja vú? Las manos que la sujetaban se volvieron hacia ella, los ojos cafés la miraron sin perder detalle alguno, ella levantó su mirada y cuando estas se cruzaron él la besó tal y como estaba escrito y ella quedó sin respiro pero la impresión se desvaneció al instante y  se dispuso a quitarle  el suspiro a esos labios que la besaban.

Las manos del chico comenzaron a explorarla, de la mitad hacia arriba en los extremos laterales, tocó sus brazos, sus manos, su cintura debajo de la blusa blanca que ella llevaba, todo era un sueño hecho realidad y prontamente una realidad hecha sueño.  Jugaban con su cabello un par de manos traviesas, unas manos delicadas y cálidas, las manos de ella atravesaban sus cabellos dorados mientras él besaba sus labios.  Ese primer beso fueron trescientos besos en uno. Pero ellos dos ahí mirándose, sabían que por más que se aferraran al momento, este partiría en el tren de Abril. De pronto ella despertó de aquel sueño, y regresó a la realidad no soñada. Pronunció el nombre de quien robo su oxígeno hacía un momento atrás y por consiguiente dijo- hace calor, mientras sonreía. El chico encendió un ventilador y se sentó a su lado.

-¿ A qué te supe? Preguntó él sin titubear.
-Sabes a amor,  contestó ella y observó todo el lugar que no había tenido tiempo de reparar. Era eso lo que ella había esperado por días largos, eran esas manos que sabía que dejaría ahí para volver sin fecha fija, las mismas manos que tocarían a otra chica, su estómago se retorció así que ella dejó de pensar y se aferró al corto encuentro de felicidad que había atesorado en él. 

Una anciana tocó la puerta así que el chico ruborizado  le abrió rápidamente diciendo-¿pasa algo?, la mujer observó a la chica de pies a cabeza y le dijo -¿podrías venir?, entonces él la  miró ahí sentada, hermosa y le dijo, no me demoro, sonrió, se marchó con la que luego mencionó ser su abuela materna. En medio del silencio sus ojos comenzaron a humedecerse, ella observó su rostro en el espejo que había sacado de su mochila y dijo:
-Al final soy una masoquista o tal vez desde el principio.

Su caro maquillaje sobrevivió a las lágrimas que quedaron marcadas en la blusa blanca. Su boca volvió a sonreír y ella guardó el espejo cuando la puerta se abrió y entró el que volvía realidad sus sueños. El escenario cambio inmediatamente ambos no veían más nada sino el uno al otro, apagaron teléfonos móviles y consumieron su añorado amor sin parar de explorarse.  Reposando su cabeza con cuidado en sus delicados pechos redondos alzó su voz y dijo- si alguna vez he sentido verdaderamente algo, es ahora y siento que te amo,  en respuesta a eso ella se levantó un poco y con las manos acercó la cabeza que reposaba en su pecho llevándola hasta su rostro, besó los labios que correspondían sus delirios de amor, abrazó los brazos delgados que no quería soltar jamás y finalmente miró los ojos que esperaba sólo la miraran a ella y sin la vergüenza que estaba escrita replicó:        - Estoy perdidamente enamorada de ti, has robado cualquier espacio en mi corazón y ahora te pertenece completamente, soy tan feliz que podría llorar porque quisiera estar así para siempre.
El joven estudiante sintió reventar de emoción, estaba intimidadamente feliz hacía tiempo atrás no había podido escuchar esas palabras de esa boca que consideraba inalcanzable.  De esa boca que recién había dicho que el propietario de todo su ser era él.  Comenzó a llover, y los truenos iluminaron la habitación.  Ella se atemorizó pero él sostuvo su mano todo el tiempo hasta que dejó de llover.

-¿Es así como imaginabas que sería? Dijo ella.
-Sí, así estaba escrito, respondió él
-Te amo, ¿Lo sabes?
-Me amas, lo sé
-¿En qué piensas?
- En que quiero estar siempre así, ¿tú no?
-Sí , yo también
-Te sientes mal?
-No, por el contrario jamás fui tan feliz
-Está bien.

Él puso seguro a la puerta de inmediato  y se quitó la camisa,  la miró, se le acercó y dijo-¿Está bien si te quito la ropa? Ella miró hacia el lado opuesto de la habitación con respecto a él y dijo - sí, claro que está bien.
Entonces él le quitó la blusa pero los brazos de ella cubrieron sus redondos pechos casi automáticamente. Él retiró con amor esos brazos y le quitó el sostén.  Así que tocó sus pechos al descubierto y besó todo lo que pudiera ser piel. Ella no imaginó nunca antes ese tipo de ¡felicidad. Tocaron la puerta y cundió el ¡pánico!.

Ella se vistió rápidamente y él indagó quién tocaba.. -Soy yo respondió la voz de una mujer adulta, entonces el hombre volvió a ser chico y viéndola vestida le abrió la puerta a su progenitora que inmediatamente observó a la jovencita ahí sentada, se le acercó presentándose y terminando en la pregunta de quién era ella.  La chica respondió educadamente que tenía amistad con su hijo y que estaba en la ciudad de visita. La mujer la detalló sin reparo alguno y dijo algo a su hijo mientras salía del estudio. Ambos chicuelos respiraron profundo

-Eso estuvo muy cerca ¿cierto? Dijo él.
-Sí, contestó ella.
- ¿Aún me amas? preguntó él.
-Por supuesto,  seguiremos esto en otro lugar respondió ella.

****
Capítulo 9

Diario de Julia, Noviembre de 2009

- Y ese es el fin, dije

- Julia, realmente me has conmovido, dijo Ian

Y simultáneamente me interrogó, de esas preguntas que uno no quiere responder y lo hace de todas formas. Que si esa era la persona que más he amado, qué profundo resultó mi concubino.  A eso le respondí  con un “no lo sé, aun no conozco tanta gente” Salí rápidamente de la tina, sequé mis montañitas, y fue cuando ahí las vi, Filosas, me miraban, me enamoraban, me hablaban, me llamaban, me  hacían guiños  y siendo así  yo me deje llevar. Uno a uno, de dos en dos, de ramilletes en ramilletes comenzaron a caer mis risos dorados, los mismos que David amó  hasta el cansancio. Las tijeras plateadas y poco oxidadas acabaron con años de tratamientos capilares. Por mi parte,  la sólida parte de una mujer dormida así lo quiso.  Como una sinfonía amarga en cámara lenta cayeron mis cabellos, me sentí volar en ese instante, nunca antes estuve tan lejos del sueño que me atrapaba,  recordé a mi madre.

Un nuevo día comenzó, quería salir a encontrar  otros caminos. Pero yo ya sabía que no había respuesta alguna para este dilema  a menos que acabara con todo. ¡Pero vamos! Es un día soleado así que salgamos a divertirnos.  Los latidos de mi corazón acompañaban mi esbelta figura cruzando la esquina de la casa.  Estas calles ya las había recorrido, al final o al comienzo, este lugar no es más que un pañuelo, una manzana mordida y una lágrima azul. Tienen un inicio y un final, de esos que uno ya conoce y pretende sorprenderse al final del viaje, ¿dónde está mi horizonte  y dónde puedo encontrarte a ti, David? No había antes deseado tanto despertar, estaba entusiasmada con el viaje que haría, estoy aburrida ahí estática en medio de tantos oscuros planos infinitos. El conejo, aquél que interrumpió mi negro camino, fue un salvador para mí. El salvador que me da el pan y luego me arranca los dientes

***
Regresé a mi dichosa casa, en la cocina hablaban el conejo e Ian, conversando de algún tema intrascendente. Atravesé el espacio en medio de los dos y arrastré conmigo al conejo que para variar no estaba sangrando. 
-Tenemos que hablar,  dije.
-¿Qué quieres Julia querida?,  contestó el conejo.
- ¡Quiero despertar!, ya no quiero estar aquí, déjame en libertad. ¡Te lo imploro! – afirmé con la voz que no había usado.

El conejo se volvió hacia mí  y transformó su imagen en David y me dijo, -¿es por éste cierto? , antes de que yo pudiese contestarle lo obvio dijo:

- He luchado por retenerte aquí no porque añore tu alma, sino porque te añoro a ti, tú has despertado un sinnúmero de sentimientos no existentes. Tú y nadie más que tú.  ¿Acaso no sabes, Julia, amada mía,  que este lugar es la creación de vuestros deseos? Todo lo que ves, lo deseaste en esa cama de hospital  sumergida en un mar  de muerte. ¿Acaso alguna vez deseaste vivir?, ¿Por qué  quisieras hacerlo ahora? ¡Me enervas!

Bajé la cabeza. Por más que fuera el conejo quien lo decía, eran puñaladas que provenían del rostro  que yo amaba. Fui tan egoísta, quise soñar y viajar entre pedacitos de mi mente.  Así que con el poco orgullo que el malnacido conejo me dejó  lo agarré por el cuello y lo suspendí en el aire. Al cabo que  las palabras salían de mi boca como estampida de venados en África.

- Pues sí, así son las cosas, ya es suficiente, me quiero largar y tú vas a hacerlo posible, ¿A mí que coños me importa si he despertado en ti sentimientos?, tú no tienes sentimientos, ¡no entiendes nada!, ¡aunque uses la imagen de David para quebrantarme no lograrás que mi opinión cambie y aquí se acaba esta mierda!, dije furibunda.

El escenario comenzó a desmoronarse, mientras el conejo volvía a su forma original y me dijo haciendo hincapié en que yo nunca olvidaría lo que iba a decirme:

- No has ganado Julia, yo te he dejado ganar.  Su imagen se  desvaneció a trocitos, el escenario cayó  cual espejo roto.  Sólo quedó un cielo oscuro en mi ventana.   Entonces el blanco de aquél cuarto penetró mis pupilas.


Capítulo 10

04:27 a.m  Ciudad de Nueva York

El sonar de un teléfono viejo y destartalado interrumpió  los sueños de David y de Lía.  David soñaba que corría a lo Forrest Gump en un eterno maratón y que en su  vuelta número 50 se detenía a amarrar sus  cordones.  Lía soñaba que su vestido blanco de boda era usado para tapizar los muebles de una pompa funeraria y justo en el éxtasis de cada sueño el sonido del teléfono penetra abruptamente.   Lo primero que David piensa es ¿quién diablos llama a ésta hora? Y  lo primero que Lía piensa es ¿David, qué estas esperando para contestar? Podría ser mi madre.

Hacía ya seis largos meses David había estado viviendo con aquella mujer llamada Lía.  A diferencia de otras chicas comunes y corrientes a Lía no le importaba lucir bella o aseada, tampoco le importaba si su novio/compañero de cuarto  era acosado por otras mujeres  y mucho menos se molestaba en alzar el teléfono  en la madrugada. Lía es terriblemente hermosa  como dicen en la facultad de ingeniería de la Universidad o tiene mucho dinero como dicen en la facultad de derecho.  En realidad Lía no es ni lo uno ni lo otro, para David  pasa como placebo. Después de 6 años  del aparatoso accidente de Julia, David no había sanado del todo sus heridas  y lía no tenía la menor idea  sobre esto.

Se conocieron en un bar en Manhattan, Lía estaba ahí desolada por haber perdido 3 materias y haber retirado otras 3, David entró, ordenó un whiskey  escocés  y se sentó a su lado, al verla sollozar dijo :

-Una mala noche? A lo que lía contestó: - ¡Una mala vida!

Las ropas de David estaban mojadas y sucias, había sido un día largo, lluvioso y azul.  Sus tenis marca Converse estaban empapados y sus bóxers de cuadritos parecían una trasparencia europea.  Lía detallaba al hombre escurridizo mientras por su mente  pasaban ideas locas de besarlo  y quizás violarlo. David observaba a Lía e igual que muchas personas lo habían pensado antes en ese momento  pensó  que Lía era una hermosa mujer.  Entre trago y trago David y Lía terminaron hablando de sexo  y de verduras baratas el miércoles a las 6 pm en el mercadito del barrio vecino. Lía se quedó dormida  y el bartender los  echó a ambos porque ya daban las 5 am.  Él la sostuvo y la llevó a dormir a su casa.  Ella sólo se hacía la dormida mientras olía el perfume que seguía impregnado en su ropa.

Mientras avanzaban entre las calles solas y peligrosas de New york la lluvia optó por caer. Al llegar al apartamento de David estaban  empapadisímos. David acostó a Lía en su cama y le quitó la ropa. Sus manos temblaban de frío y de nervio, y eso que tenía tragos encima no dejaba de ser un gallina con las chicas. Lía se reía para sus adentros  mientras David se emocionaba por cada rincón de su cuerpo.  Al verla desnuda la cubrió con una manta y se acostó a su lado. También se desvistió y abrazó al extraño cuerpo desnudo y femenino que llenaba su cama.  A la mañana siguiente David estaba solo  y Lía había desaparecido sin rastro.
Los días de David transcurrieron sin anormalidad alguna. Su rutina de trabajo, sus noches en la misma cantina y su soledad  tan sola y fría. Llegó el miércoles a las 6pm, y  David fue a comprar verduras al barrio vecino, observaba el lugar con fascinación ya que le encantaban las verduras, comenzó a comprar grandes cantidades de cada alimento, pero cuando se acercó  a los duraznos se encontró con que sólo quedaba uno,  se dispuso a  tomarlo pero otra mano lo tomó antes, al girar su rostro a él, Lía sonrió y dijo – ha pasado un buen tiempo, David. Simultáneamente  David  asintió  y sonrió.  Por dentro estaba  pálido, su respiración se había agitado y en su cabeza las palabras se desordenaban  en oraciones incomprensibles así que no podía decir mucho.

***

-Buenos días, usted es el señor David Hall?, dijo una voz al otro lado del teléfono.

- Sí, lo soy, ¿de dónde me llaman?

- Este es el hospital de Miami, Florida, usted aparece como único  familiar registrado de una de nuestras pacientes, y lo hemos llamado porque queremos que sepa que ella ha despertado,   los registros dicen que se llama Julia Hansen y hace mucho tiempo nadie  la viene a ver, por eso nos pareció prudente informarle.




- Gracias, respondió David y colgó el teléfono.

-¿Quién era?, preguntó  Lía, adormilada.

- Número equivocado, dijo él.


Fin.






Comentarios

Entradas populares